https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0CWHiQnQyn03i7YsUfDPXZ6XYkqNwSl_nQZ6jqetvqrW6AxdbBABV_sfkWjxiRMx5zYOyGeNolpkvRsdS-mDYTkfjAOYCnOa1kYc2pGOLy-BerdWndH9vf7tB37GrObdheK8O9uhAcduS/s320/Trtado+de+Utrecht.jpg
“La Guerra de Sucesión [española], considerada tanto como conflicto sucesorio [interno], como lucha por la hegemonía europea [guerra europea], encontró una solución realista y, por tanto, duradera. Por lo que respecta a la sucesión de la monarquía española, los Tratados de Utrech-Rastatt reconocían el triunfo de Felipe de Anjou y la derrota de la pretensión austriaca, pero garantizaban que las ramas española y francesa de la casa de Borbón no llegarían a unirse en una misma persona, ni se concederían especiales privilegios comerciales en Indias a los franceses. En cuanto a la lucha por la hegemonía en Europa se reconocía la derrota de Francia y el éxito de Austria, que recibía las posesiones españolas en los Países Bajos e Italia como contrapeso de las ventajas obtenidas por los Borbones en España.
El factor hegemónico, que había presidido las relaciones internacionales durante los siglos XVI y XVII, fue sustituido por un nuevo esquema diseñado por la diplomacia inglesa: el ba¬lance of powers, o equilibrio de poderes antagónicos en Europa. Francia y Austria serian los dos ejes del nuevo equilibrio, y en torno a ellos se debían situar las pequeñas y medianas potencias, otorgando especial relevancia al papel de aquellos países que quedaban situados estratégicamente entre Francia y el Imperio [Sacro Imperio Romano Germánico], como Holanda, Saboya o los pequeños estados renanos. Londres asumía desde fuera la vigilancia que garantizaba el buen funcionamiento de este mecanismo de contrapesos, que mantuvo su vigencia hasta mediados del siglo XVIII. Inglaterra pudo así liberar buena parte de su atención y sus energías de los problemas continentales, y fortalecer, basándose en su fuerza militar, diplomática y naval, su creciente presencia en el ámbito colonial.”
Fragmento de: MARTÍNEZ RUIZ, E. y otros: Introducción a la historia moderna, Madrid, Istmo, 1994, pp. 446-447.
No hay comentarios:
Publicar un comentario